María fue una mujer que vivió hace unos 100 años, nacida en Irlanda y que emigró a Estados Unidos. Fue lo que se puede calificar como una mujer patógena.
Consiguió un trabajo como cocinera en Nueva York y pronto se comenzó a sospechar que tenía algo que ver con brotes de fiebre tifoidea. Pasó por diferentes familias que enfermaban al poco tiempo de trabajar para ellas, extendiendo la enfermedad por la ciudad.
A pesar de que ella aseguraba gozar de buena salud, las autoridades consiguieron hacerse con una muestra y analizarla (ella se negaba a dársela), demostrando que María era portadora de Salmonella, aunque no padecía la enfermedad. Tras 3 años de cuarentena fue liberada con la condición de que no trabajase con comida, pero ella se cambió el nombre y continuó siendo cocinera. Tras 25 infectados y 2 muertos, volvieron a dar con ella y la tuvieron en cuarentena de por vida.
A pesar de que ella aseguraba gozar de buena salud, las autoridades consiguieron hacerse con una muestra y analizarla (ella se negaba a dársela), demostrando que María era portadora de Salmonella, aunque no padecía la enfermedad. Tras 3 años de cuarentena fue liberada con la condición de que no trabajase con comida, pero ella se cambió el nombre y continuó siendo cocinera. Tras 25 infectados y 2 muertos, volvieron a dar con ella y la tuvieron en cuarentena de por vida.
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